Aquí tienes una parte de mi vida en la que fui feliz..., bueno, a veces no tanto, por culpa de unas gotas rojas que se convirtieron en fresitas apachurradas. Aparecieron así, de la nada, y me hicieron sentir cada vez peor. Por suerte, hubo héroes que de veritas me ayudaron, como mis papás o el doctor Alexander. También estuvieron conmigo mis meros cuates de la escuela, mis amigos del parque y del hospital, y claro, ¡mi perro Rin Tin Tin! Todos ellos me acompañaron en esta gran aventura, llena de misiones y retos, de angustias y risas. Al vivir esto, tuve un deseo muy fuerte... Mejor no te lo cuento. Descúbrelo tú mismo cuando leas este libro.